Las ideas crecen en los espacios abiertos

Bridge, Europalco y Grandpa’s lab resucitan el pasado de Lisboa.

Todas las ciudades tienen un centro neurálgico: la puerta de Brandeburgo, Trafalgar Square, los Campos Elíseos, la Plaza Roja… Pero la Plaza del Comercio lisboeta, la principal de la capital portuguesa, es otra cosa. Es igual de céntrica que los lugares citados e igual de importante, pero de más amplios horizontes, pues en lugar de mirar hacia dentro, hacia la ciudad, se asoma al mar.

Los descubrimientos que aguardan más allá

Es por eso que, a lo largo de la historia, uno de los lados de la Plaza de Comercio quedó siempre abierto: una ruta hacia el mar, un recordatorio de que los intereses históricos de Lisboa se encuentran más allá del Atlántico y de los descubrimientos que aguardaban al otro lado del océano. De ahí que no nos sorprenda que cuando el Ayuntamiento y la Asociación de Turismo de Lisboa encargaron a la agencia Bridge la creación de un espectáculo multimedia, la Plaza del Comercio surgiera inmediatamente como el mejor espacio para el evento.

Como suele suceder en espectáculos de esta escala, la impresionante ubicación planteaba unos desafíos descomunales: la fachada tiene 132 metros de longitud y 40 de altura, y hubo que trabajar cada milímetro para crear un tapiz gigante y uniforme. La tarea exigía una planificación meticulosa, mediciones muy precisas y algunos de los proyectores más potentes del mundo.

Un friso arquitectónico gigante

Para coordinar ese conjunto de exigencias técnicas Bridge pensó en Europalco, donde empezaron por llevar a cabo las mediciones extremadamente precisas que las animaciones tridimensionales creadas por Grandpa’s Lab exigían para encajar la proyección en cada friso y filigrana de la arquitectura. Diseñaron una matriz basada en doce proyectores 3DLP®  HD Roadster HD20K-J de Christie de 20.000 lúmenes de potencia, dispuestos en tres grupos de cuatro. Los grupos se colocaron en tres torres construidas para la ocasión, situadas cada una a 40 metros de la fachada. Cada proyector creaba una imagen de 13,5 x 24 metros, que resultaba en una resolución final de 10.500 x 3200 y 240.000 lúmenes de potencia.

Cada grupo de proyectores era controlados por su propio Pandoras Box, el prestigioso y multipremiado servidor, famoso por su agilidad técnica y especialmente indicado para espectáculos multimedia de esta escala e impacto.

Pescaderas y afiladores de cuchillos

Al caer la noche, con el tranquilo oleaje del Tajo como fondo, daba comienzo el show. Personajes lisboetas salidos del olvido resucitaron en esta plaza única para contar la historia, también única, de la ciudad. Maestros artesanos, afiladores de cuchillos, tenderos y, por supuesto, las famosas pescaderas de Lisboa, todos ellos confirmando la vocación marinera de la ciudad, quizás mayor que la de la propia Venecia.

Entre el 5 y el 14 de agosto, en tres sesiones por noche, ‘Las caras de Lisboa’ funcionó sin la menor incidencia. Tres veces por noche el Arco da Rua Augusta se desmoronó para volver a levantarse; tres veces por noche la historia de la capital lusa fue contada a nuevas audiencias.

Para João Morais, de Bridge, “La proyección mapping tuvo una enorme calidad y se pudo lograr un gran control de los aspectos técnicos. La suma de doce proyectores idénticos hizo toda la diferencia, ofreciendo un nivel de brillo que dio gran impacto al mapping. La combinación de hardware y software fue asimismo impecable gracias a la gestión de la integración con Pandoras Box”.

Las ideas tienen también su centro neurálgico

Solemos elogiar las tecnologías por las herramientas que brinda a experimentadores creativos como Bridge, Europalco o Grandpa’s Lab. Pero la gran tecnología ofrece a los artistas algo más que unas reglas fijas. Igual que las ciudades, las grandes ideas creativas tienen sus centros neurálgicos, pero tanto aquellas como estas necesitan libertad. De ahí que, en su condición de líder tecnológico, Christie de libertad a cada uno para seguir su propia ruta hacia el mar, para explorar un océano de ideas nuevas, desconocidas, y todo lo que haya más allá.