Cinecittà. Cuando lo que oyes te parece real.
¿Qué tienen en común unos multicines con 22 pantallas ocultos bajo el suelo de Núremberg y un hombre parado en la Harbor Freeway de Los Ángeles con un aspirador? La respuesta es, como todo buen fan de Star Wars sabe, la obsesión por encontrar el sonido perfecto.
El hombre con el aspirador es el oscarizado Ingeniero de Sonido* Ben Burtt, grabando pacientemente en plena autopista los efectos sonoros del landspeeder de Luke Skywalker; el complejo multicines se llama Cinecittà y en él se proyectó Star Wars: el despertar de la Fuerza; y lo que ambos comparten es el empeño por dotar al sonido cinematográfico del máximo poder de sugestión y convicción.
Y si para Ben Burt eso significaba armarse de paciencia y pasarse horas en una autopista de Los Ángeles, para el propietario de Cinecittà, Wolfram Weber, implicaba emprender una investigación —no menos paciente—para dar con un sistema de sonido a la altura de su excepcional cine subterráneo.
Wolfram vive por y para el cine (su vivienda está situada en la planta superior de Cinecittà), por eso decidió que sus multicines cumplirían los estándares más exigentes. Pero el carácter único del diseño del complejo y su ubicación bajo tierra convirtieron su ambición de conseguir el sonido perfecto en una tarea tediosa y escurridiza. En uno de los cines del complejo, el Cinemagnum, había que mantener el movimiento de la cúpula-domo corredera de treinta toneladas del techo (un legado de la anterior encarnación del complejo como cine IMAX), lo que dificultaba que el sonido se distribuyera homogéneamente y llegara a todas las localidades. Pero además, Wolfram conocía ya el sonido Dolby Atmos para salas de cine, y no renunciaba a él, pero no encontraba un sistema de altavoces con la suficiente fidelidad y precisión para dotar a sus salas de ese tipo de experiencia inmersiva.
La respuesta llegó en forma de Christie Vive Audio, de varios kilómetros de cableado y de muchas semanas de concienzudo trabajo de planificación. Recurriendo a la tecnología de matriz lineal ribbon driver del Vive Audio, en lugar de a los tradicionales conos de compresión con bobinas, se consiguió que los altavoces de canal de este sistema distribuyeran por todo el aforo el sonido con la claridad y cobertura necesarias y también, como Wolfam deseaba, un rango dinámico amplio y una bajísima distorsión. Al mismo tiempo, en el techo curvo y movible del espacio, ocho altavoces parabólicos LA5C garantizaban que cada palabra, susurro o efecto sonoro llegara perfectamente a todas y cada una de las butacas.
Wolfram mantiene que el cine es algo más que la mera exhibición de películas: “Nuestra meta es ofrecer al espectador siempre algo especial, y eso implica mostrar contenido de primera clase con el máximo nivel tecnológico. El cine ha tenido que reinventarse una y otra vez para competir con las numerosas alternativas de entretenimiento existentes hoy. Con la combinación de Vive Audio y Dolby Atmos el público disfruta de la película de una forma a la que no puede acceder en casa y que sólo el cine puede proporcionar”.
Por eso ahora, en un cine subterráneo construido bajo las calles de Núremberg para hacer realidad el sueño de perfección de un hombre, las notas musicales son más dulces, los gritos más desgarradores y el sonido del landspeeder de Luke Skywalker resuena con más claridad y potencia por el paisaje extraterrestre.
Un resultado que, sin duda, alegrará a aquel hombre que veíamos en una autopista de Los Ángeles intentando capturar con aspirador el sonido Star Wars perfecto y, de paso, un Oscar de la Academia.
*Tradicionalmente los diseñadores de sonido han sido los héroes creativos olvidados del cine. Conocidos originalmente como “artistas Foley” (por Jack Donovan Foley, creador del sonido de infinidad de películas, entre ellas Showboat y Espartaco), aunque los diseñadores de sonido cuentan hoy con un gran despliegue de medios electrónicos y de sintetizadores para crear sus efectos sonoros, muchos de ellos siguen manipulando sonidos del mundo real. ¿Recuerdan el ruido de la gran roca que casi aplasta a Indiana Jones en la película En busca del arca perdida? Pues en realidad era el de un Honda Civic bajando por una carretera montaña abajo.