Noche en la ópera
La ópera nunca se ha cortado a la hora de pensar a lo grande. Voces, egos y montajes escénicos enormes. Aunque muchos teatros suponen demostraciones claras de orgullo patrio (¿Sídney? ¿Viena?), nunca parecen suficientemente grandes como para alojar las grandiosas ambiciones de la ópera. Todo espacio delimitado por cuatro paredes se quedará siempre pequeño.
Por eso, la ópera recurre cada vez más a la proyección como forma de liberarse de las limitaciones de los escenarios y arcos escénicos tradicionales y seguir la máxima del mundo del teatro: «Si no puede ser más grande, haz que parezca más grande». Y así lo hace siempre.
El debut de una diva
El Teatro de la ópera de Zúrich es uno de esos edificios ornamentados que rezuman cultura y que, a pesar de su elegancia, es un innovador discreto y exitoso. Fue el primer teatro de ópera de Europa con iluminación eléctrica y se adentró en la era de la proyección digital con el entusiasmo del debut de una diva. En una producción de la obra L’incoronazione di Poppea (La coronación de Popea), de Monteverdi, esta ópera de 1643 experimentó el S. XXI cuando Pandoras Box® y Widget Designer, de Christie, proyectaron contenido 4K directamente en 14 pantallas mediante proyectores Christie repartidos por todo el auditorio. Mediante la transmisión de datos en Ethernet 10G de servidores Pandoras Box, Christie Terra® suministró contenido sin artefactos, para mapeo de vídeo, proyección de escenario y los monitores de vista previa del director.
Y mientras los teatros de ópera de todo el mundo utilizan la tecnología para salirse del rectángulo tradicional, la ópera ha descubierto que no siempre necesita un recinto. El Teatro Mariano Matamoros de Morelia, en el estado de Michoacán, México, está declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO y funciona ahora como recinto multifunción con la mayor pantalla móvil de toda Latinoamérica. Con su proyector Christie RGB de láser puro, de 28 000 lúmenes y resolución 4K a la espera entre bastidores, permite representar las óperas más ambiciosas en cuanto a aprovechamiento escénico. Así, la ópera puede llegar a un público mucho más numeroso. Esta forma de arte suele calificarse de elitista y difícil de entender; algo totalmente injusto. Si se hacen las cosas bien, y a gran escala, la ópera ofrece algunas de las representaciones más accesibles que existen. ¿De verdad importa no poder seguir el argumento o la letra cuando el sonido y el espectáculo te atrapan y hacen contigo lo que quieren? Entender hasta el más mínimo detalle puede pasar más adelante; no es eso no que hace de la ópera el espectáculo grandioso que es.
Grandes ambiciones
A la ópera siempre le ha apasionado ofrecer una experiencia inmersiva y sus ambiciones siempre han ido más allá de un mero escenario. Es posible que la proyección sea el siguiente acto en su búsqueda del final grandioso definitivo. Ya ha iluminado la emblemática estructura de la Ópera de Sídney y la arquitectura de la Ópera de Berlín, y llevó Carmen al escenario más grande del mundo ubicado en un lago: el Bregenz Seebühne del lago Constanza, en Austria. En muchos sentidos, la ópera y la proyección forman una asociación perfecta: ambas pueden ser tan imponentes como un bajo profundo o tan sutiles como el aria de una soprano, y ambas pueden ser eternas si se les da libertad.