El mar que no perdona
En algún lugar, sumergido en una densa nube a popa de tu posición, un helicóptero de auxilio llama urgentemente a tierra. A la vez, en la penumbra del puente de mando detectas el débil rastro del radar de cuatro botes inflables que se dirigen a toda velocidad en busca de tu nave y de su salvación. Sin que puedas evitarlo, vientos de fuerza ocho y olas de seis metros te sacuden a cada acometida ante un horizonte que no para de moverse.
¿Qué situación atender primero? ¿La del helicóptero con el depósito peligrosamente bajo, o la los dieciséis tripulantes de los botes al borde de la hipotermia?
¿O paramos para almorzar?
Lo fantástico de la simulación marítima moderna es que ha dejado de parecer simulación. En las manos de los expertos de la escuela de guerra marítima de la Marina Real Británica, la Royal Navy, todo se ve con el máximo realismo y los alumnos sienten toda la presión de la situación, aunque sin correr riesgo alguno, sin vendavales de fuerza ocho y sin helicóptero.
HMS Collingwood (las mejores instituciones de tierra de la Royal Navy tienen estatus de barco, de ahí el nombre) alberga la escuela de guerra marítima de la Marina Real, donde dos simuladores idénticos ayudan a formar y preparar oficiales de guardia, pilotos y capitanes de navío. Con un funcionamiento de quince horas al día a casi el 90% de su capacidad, los simuladores reproducen en la seguridad de la tierra firme los peligros del Atlántico Norte y forman a las tripulaciones con los estándares excepcionalmente elevados de la Royal Navy.
Los dos simuladores idénticos, que funcionan con proyectores 3DLP DS+6K-M SXGA+ de la Serie M de Christie, son imprescindibles para transmitir el realismo de las misiones en el mar y hacer una transición natural entre el día y la noche. Esa capacidad nocturna obedece al uso de Christie MotoBlend, un sistema de blending óptico motorizado que mantiene la credibilidad en escenas oscuras. Es muy difícil mantener la orientación en la navegación nocturna, y la posibilidad de practicarla en un entorno seguro y controlado resulta valiosísima, pero sólo si la simulación es totalmente convincente.
Y lo es. Sentados en una réplica exacta de un puente de mando equipado con los correspondientes sistemas de ayuda a la navegación y de comunicaciones, los marinos disfrutan de una visión completa de 270o proyectada sobre una pared cilíndrica. Se trata de un efecto tan convincente que es difícil no inclinar o sacudir el cuerpo mientras nuestro zarandeado buque virtual se enfrenta a la tormenta, aunque nuestro suelo de cemento no se mueva un milímetro.
Con veintiún modelos de barco disponibles para usarse como Ownship (el barco de las navegaciones de simulación) y nueve zonas geográficas, en HMS Collingwood la simulación es tan flexible como creíble. Además, el entrenamiento se aplica prácticamente a todos los cursos de la Royal Navy: de la navegación en dragaminas a la de submarinos emergidos o de barcos auxiliares. Los oficiales de mando a punto de embarcarse pueden entrenarse en el manejo de su barco y en las sutilezas de la navegación en bahías del otro lado del mundo, y los oficiales jóvenes practicar sus tareas de vigilancia de puente bajo la experta mirada de los instructores de la unidad de formación en navegación marítima.
HMS Collingwood hace que el mar sea un lugar más seguro, que la Royal Navy sea más eficiente y que nosotros estemos más que orgullosos de nuestro papel en todo ello.