Si los Sres. Phillips te invitan al cine, estás obligado a ir.

Al Sr. y la Sra. Phillips les encantaba ir al cine. Prácticamente les valía cualquier película, pero las cintas en lengua extranjera, las que más les gustaban, eran más difíciles de encontrar en 1978 en Abergavenny, Gales.

Así que decidieron hacer aquellos que los amantes del arte hacen de vez en cuando: reunir a un grupo de personas con su misma afición y formar una sociedad, tras lo cual empezaron a proyectar cine por su cuenta con un proyector de 16 mm en el vestíbulo de un colegio.

Un acontecimiento cultural con más de cuarenta años de historia

No hay nada de raro en ello, las sociedades cinematográficas aparecen y desaparecen por doquier, pero solo algunas de ellas duran tanto y prosperan tan bien como la sociedad cinematográfica de Abergavenny, creada por Dave y Carol Phillips. Ya hace cuarenta años que se considera un acontecimiento cultural en la ciudad, una constante que celebra dos proyecciones al mes en salas abarrotadas, generalmente de largometrajes con una historia que no te costará disfrutar y cuyos galardones hablan por sí solos.

Y si ya es extraordinario que una sociedad de este tipo pueda encontrar y cuidar, de forma independiente, una audiencia donde nunca antes había existido, es aún más extraordinario que haya sido capaz de hacerlo a lo largo de generaciones tan distintas y con gustos cinematográficos tan dispares entre sí. En parte, se debe al entusiasmo de personas como la distribuidora AVM, que aportó incontables horas de trabajo, se preocupó por entender qué hacía a esta sociedad tan especial, y que ayudó a que estuviera a la altura de los tiempos en lo que respecta al apartado técnico.

Pero ahora se enfrentan a un reto aún mayor. Como todas las salas de cine del mundo, la sociedad cinematográfica de Abergavenny se ha visto obligada a cerrar sus puertas. El COVID-19 les ha obligado a hacerlo. Esta temporada ha quedado cancelada, y el colegio victoriano reacondicionado en el que llevan a cabo sus proyecciones está cerrado a cal y canto, a la espera de que el público regrese. ¿Volverá en masa, aliviado y contento, o tendrá la incertidumbre de un futuro complejo?

Crear comunidad

Si le preguntas a Dave Price, presidente y operador de proyector de la sociedad, te dirá que espera una avalancha total. No necesariamente porque la población de Abergavenny eche de menos sus queridas películas de habla extranjera, ya que los servicios de streaming pueden cubrir esta necesidad es esta época de distanciamiento social. Cree que lo hará por que las personas que conforman el pueblo de Abergavenny se echan de menos las unas a las otras, así como a las experiencias compartidas que les hacen formar una comunidad.

Cuarenta años de éxito son muchos para una institución dirigida por voluntarios, y lo ha conseguido porque ahora forma una parte tan importante de Abergavenny como la pinta de cerveza negra galesa del domingo por la tarde en el Hen and Chickens de Flannel Street. Esto es lo que consiguen este tipo de experiencias compartidas, que te calan hasta lo más hondo. Las echarás terriblemente de menos cuando no las puedas disfrutar. Y este es el motivo por el cual las sociedades cinematográficas de todo el mundo tienen una razón para ser optimistas. No se puede subestimar el impacto económico de la situación actual, pero esto no cambia el hecho subyacente de que somos un ser social por naturaleza, y nos demuestra cómo dependemos de la interacción social y lo aliviados que nos sentiremos cuando esta regrese.

Dave y Carol Phillips se organizaron para ver películas con sus amigos, y eso es todo. No querían hacer nada especial, pero lo hicieron. Y ha seguido siéndolo durante más de cuarenta años porque su objetivo es tan sencillo como disfrutar las cosas de la vida que te entretienen en compañía de personas con tu misma manera de ver la vida.