¿Qué tal estoy?
Serias capaz de reconocer tu propia cara, ¿verdad?
La ves en el espejo todas las mañanas.
Pero, si no hubiera espejos, nunca la habrías visto.
¿Cómo podrías estar seguro de que tú eres tú cuando te vieras?
Para la mayoría la humanidad y durante gran parte de la historia, esto ha sido lo normal. Había tan solo unos pocos espejos en posesión de personas muy adineradas. A pesar de que las caras que te rodean te son familiares, nunca podrías saber realmente cómo es tu cara.
En cambio, ahora no puedes escapar de ella. Incluso aunque estemos en semiaislamiento y nuestras opciones se hayan visto limitadas de forma general, no podemos evitar estar atados al ya ineludible Zoom o a otras plataformas de videollamada y a las caras que nos escrutan al otro lado de la pantalla.
Pero nuestra relación con las imágenes nunca ha sido la misma; siempre ha estado y está evolucionando.
El fin de las viejas certezas
Imagínate la reacción de las primeras audiencias que vieron el cine en movimiento. Sí, seguramente fuera algo increíble en su momento, pero seguro que también tuvieron la sensación de que las certezas que creían inmutables habían desaparecido para siempre: las imágenes, que inmortalizaban tan solo un momento, se convirtieron en relucientes imágenes efímeras que no paraban de cambiar.
Hoy en día, las imágenes se han convertido en más fugaces que nunca desde que las podemos crear a nuestro antojo. Se toman más fotografías en el mundo en dos minutos que las que se tomaron durante todo el siglo XIX, y la necesidad de la inmediatez que esto crea hace que los objetivos de nuestras fotografías también hayan cambiado. Parece que las imágenes de personas que antes se guardaban como tesoros han pasado de moda (en la década de 1960, el 55 % de las fotografías eran de bebés), y ahora son los eventos y los selfies los que más valor tienen. Estar en un sitio ya no es lo más importante: ahora también tenemos que ser el centro de atención allá donde vamos. Después de todo, es normal que las cosas pasen de moda, ¿no? Mirad si no el correo postal.
Todo el mundo tiene un smartphone y, si te fijas un poco, siempre encontrarás a alguien haciéndose algún selfie a tu alrededor. ¿Necesitas saber cómo se te ve al lado de la Torre Eiffel? Apúntate a ti mismo con el teléfono, presiona un botón, y ahí estás tú, con ese famoso lugar de fondo. Una gran foto que podrás subir a todas tus redes sociales para que todo el mundo le dé “me gusta”.
Nos encontramos en un momento de grandes cambios, en el que la tecnología avanza a pasos agigantados y en el que cada vez vemos más el mundo a través de imágenes. En muchas ocasiones, únicamente a través de imágenes. Toda nuestra información, interacciones sociales, actividades profesionales, ocio y relaciones se encuentra al alcance de todo el mundo gracias a la tecnología.
¿Un hito?
Si no nos encontramos en ante un hito de nuestro sector, es difícil saber cuándo si no vamos a estarlo. Las circunstancias nos han forzado a acostumbrarnos a interrupciones no planeadas y a un lenguaje corporal extraño mientras mantenemos nuestras reuniones virtuales. Una vez que ya hemos cruzado esa línea, la falta de confianza en el teletrabajo se está evaporando rápidamente y nosotros estamos mucho más que satisfechos por ello. Va a ser muy complicado que se vuelva a la situación anterior a todo esto, incluso cuando volvamos a una absoluta normalidad. La relación con las imágenes que creamos ha cambiado una vez más.
Para aquellos integrantes del sector que se dedican a la creación de imágenes de gran tamaño, os recordamos que, cuando todo cambia, es muy complicado observar el futuro en tu propio reflejo.