Donde suceden las grandes cosas. Examinamos los límites con Margot Douaihy
Erudita, mujer del renacimiento… Margot Douaihy es muchas cosas. Escritora, profesora de la Universidad Franklin Pierce e investigadora del sector audiovisual, la inteligencia artificial, la narrativa y el arte en general. Con esta descripción, es fácil imaginársela en una zona de confort desde la que pueda hacerse cargo de todos estos cometidos.
Pero en realidad ella es más feliz explorando los límites porque, según ella, es ahí donde suceden las grandes cosas.
En sus novelas, reconstruye el machacado arquetipo del investigador privado a través de una perspectiva queer, ¿y en lo que respecta a la enseñanza? Bueno, si entras en una de sus clases de escritura creativa, encontrarás a sus alumnos inmersos en novelas de Thomas Hardy… en realidad virtual. La escritura creativa, y la creatividad en general, tiene mucho que ver con la divergencia de pensamiento. Y si la realidad virtual o los recursos tecnológicos, por raro que parezca, son lo que es aplicable en este momento, no dudarán en utilizarlos.
Aliados intelectuales
Quizá Margot y Christie se han convertido en aliados intelectuales justamente por este motivo. Los orígenes de Christie coinciden con las raíces artísticas de la cinematografía, y aún tenemos esa fascinación por la imaginación y la invención a día de hoy, al igual que por los artistas y las tecnologías que lo hacen posible.
Margot cita el Premio al diseño de Christie de la Universidad de Waterloo como un ejemplo de cómo “nos encontramos en un nuevo mundo, y los estudiantes necesitan poder acceder a las herramientas que lo hacen posible y empaparse de ellas. Creo que vivimos en un mundo puramente tecnológico y que los eruditos que viven entre nosotros tienen el imperativo moral de pensar en formas holísticas para hacer que la tecnología sea accesible para todo el mundo”. Además, añade un punto de cautela dirigido a aquellos que, ingenuamente, asumen que las nuevas generaciones tendrán un conocimiento absoluto de la tecnología y de su uso y de que no necesitarán formación al respecto.
“Es erróneo asumir que los adolescentes y la Generación Z, únicamente porque hayan nacido con teléfonos móviles en sus manos, saben cómo funciona la tecnología. No saben cómo funciona. Pregúntales sobre la privacidad del usuario, pregúntales sobre los datos. No tienen ni idea porque está escondido bajo un elegante e intuitivo armazón de tecnología. Por lo tanto, tenemos el deber de hacerlos conscientes de sus defectos así como de sus muchas ventajas”.
Llegar al límite de las ideas
Pero también nos dice que es muy cautelosa a la hora de hacer generalizaciones, porque “por muy adictos a la tecnología que sean, lo que tienen nuestros jóvenes en la adolescencia y a los 20 años es una capacidad increíblemente rápida para realizar conexiones muy dispares. Así que, aunque nos quejemos de su corta capacidad de atención, a menudo su pensamiento es más amplio y más rápido que el nuestro”.
Y tal vez esto sucede porque la propia tecnología les permite explorar las intersecciones y llegar al límite de las ideas de maneras que antes se creían imposibles, exponiéndolas a una amplia diversidad de perspectivas a veces contradictorias. El límite donde Margot siente que suceden las cosas grandes, siempre y cuando tengan un guía y la comprensión adecuada de la tecnología que los lleva hasta allí.
Como dice Margot, no es en el centro de las placas tectónicas donde surgen las montañas, sino cuando sus límites se rompen.