Cuando tienes una historia que contar, solo necesitas alguien que te escuche
Los talleres “The Promise” del Academy Museum of Motion Pictures
Siempre hay dos lados de una misma historia, pero no nos referimos a lo que puedes estar pensando. El proceso creativo y aglutinador a la hora de plasmar una historia en papel o en una película efectivamente es una de ellas, pero también se necesita que haya alguien que te escuche y te diga que sí, que vale la pena el esfuerzo para lograr contarla, y que tienes algo valioso entre las manos.
En muchísimas circunstancias, el segundo de estos ejemplos simplemente no se produce. Y, si te encuentras en los márgenes de la sociedad o eres un poquito diferente, conseguir que alguien te escuche puede ser realmente complicado.
Bueno, pues ahora podemos decir que sí hay gente que escuche, y además al máximo nivel. Tuni Chatterji, directora de enseñanza cinematográfica del Academy Museum of Motion Pictures (sí, ESA Academia), dirige el programa de talleres The Promise específicamente para un grupo que ella identifica como “adultos incipientes”.
«Nuestro objetivo es conectar con la juventud que más sufre el impacto del sistema en Los Ángeles y que, de este modo, se les permita tener herramientas para la recuperación, pero que también les ayuden a sentirse representados y a definir su identidad. Hemos diseñado el programa para ayudar a que los jóvenes encuentren su voz a través del cine y a que aprendan habilidades de realización y producción cinematográfica durante el proceso. Aunque ponemos a su disposición las herramientas que necesitan (cámaras, proyección) y en las que podemos formarles, es el acceso a nuestra amplia comunidad cinematográfica y la ayuda que esta les puede prestar para explorar nuevas ideas lo que es realmente importante”.
Y otra cosa que es realmente importante es que en los talleres The Promise se paga un salario. Tuni afirma que muchos jóvenes fracasan en el sistema educativo porque sufren la necesidad de mantenerse a sí mismos y a sus familias. No pueden permitirse emplear tiempo en esto, ni mucho menos todos los equipos necesarios para poder implicarse al 100 % con la realización cinematográfica, así que ni siquiera se plantean la posibilidad. Normalmente, la juventud no tiene ningún tipo de posibilidad antes incluso de tener la oportunidad de empezar.
Tuni explica que «el objetivo es crear un entorno sostenible en el que estos jóvenes puedan comprobar que sus historias son importantes y que contarlas forma parte del proceso de sanación. Los beneficios asociados son que creamos empatía y comprensión gracias al cine. Creo que, a menudo, las oportunidades de las que los jóvenes pueden disfrutar se reducen considerablemente toda vez que no han recibido una educación tradicional. Han dejado de lado a la figura clásica del mentor, como los profesores, y habitualmente no trabajan en lugares en los que puedan encontrarla. Tenemos la esperanza, aunque sea pequeña, de que nosotros sí podamos ofrecérselo. Este es un grupo de personas que aún se están descubriendo a sí mismas, y tener a alguien que les diga que sus vidas e historias son valoradas es inmensamente estimulante”.
No es que Tuni diga que espera encontrar al Ang o al Spike Lee de la próxima generación, y tampoco es su propósito. Pero ¿por qué no iba a suceder? Esta oportunidad es tan buena como cualquier otra, ya que las historias que estos jóvenes cuentan en los talleres The Promise son reales y cuentan con un enorme y honesto poder emocional.
Y además, hay una última cosa que, habitualmente, siempre se olvida. Los cortos que se hacen en estos talleres formarán parte del historial de la Academia, por lo que no caerán en el olvido. El admirable trabajo de los talleres The Promise y de sus alumnos se podrá ver y oír, lo que será muy enriquecedor para todos nosotros.