Realidad extendida. ¿Déjà vu?
Últimamente se habla mucho de un término emergente llamado realidad extendida (XR, por sus siglas en inglés); tanto, que hasta un gigante de la informática ha anunciado una gran inversión para sus auriculares. Pero, como en todo lo novedoso, y desde luego en todo lo relacionado con la informática, abundan tanto los cínicos como los entusiastas.
La realidad extendida es una de las muchas técnicas que, junto con la realidad aumentada, mixta y virtual, enriquecen el mundo real con elementos digitales. La terminología exacta aún no está del todo definida, pero la idea es cambiar la manera en que interactuamos con lo digital: es decir, desdibujar los límites entre lo real y lo virtual. Si sale la mitad de bien de lo que auguran sus entusiastas, dará paso a nuevos y maravillosos mundos.
Si es divertido, adelante
Sin embargo, aún no se sabe muy bien cómo se desarrollará este proceso. ¿Nos pondremos algún día los auriculares XR con la misma naturalidad que los zapatos y hasta que no lo hagamos no sentiremos que estamos vestidos del todo? ¿Aceptaremos la intromisión y las molestias? Si la realidad extendida es divertida, lo haremos. Al ser humano le chifla el entretenimiento y no le ha preocupado nunca parecer algo torpe si se lo está pasando bien. ¿Te has visto bailar?
A pesar de que el principal objetivo de la XR es interactuar con lo digital y no el entretenimiento, puede que el ocio sea la clave de su aceptación universal y de nuevas y emocionantes realidades híbridas digitales.
La industria del entretenimiento ya ha vivido este tipo de situaciones. Siempre se ha basado en la realidad, pero mejorándola con recursos artísticos y efectos tecnológicos, al igual que la televisión, que lo hace constantemente mediante reality shows sin guion como «Gran Hermano». De hecho, ¿qué son los proyectores y las pantallas profesionales de hoy día, con esa resolución y ese brillo extraordinarios, sino máquinas de extensión de la realidad?
La industria del entretenimiento ya sabe cómo fusionar a la perfección lo real y lo artificial y la XR debe hacer lo mismo para tener éxito. Debe ser creíble e inmersiva, porque un mero barniz visual no extenderá la realidad, sino que la empañará. Si no es inmersión, es intrusión.
Haz que el público te adore
La transición desde lo novedoso a lo mainstream no es fácil ni está garantizada, pero es un salto que la realidad extendida tendrá que dar en algún momento, porque lo digital es tan solo una parte de la historia: hay que llegar a un público, pero también conseguir que ese público te quiera y quiera repetir. Las redes sociales lo lograron, como también lo hicieron el cine, los periódicos y el resto de formatos a los que ahora acogemos con naturalidad en nuestro día a día.
La lección es, sin duda, que no hay que descartar la realidad extendida antes de tiempo: ahora puede parecer rara, poco práctica y estrambótica, pero si el contenido consigue enganchar y entretener, la gente pasará por alto casi todos los inconvenientes para probarla. Eso es lo que hemos hecho los seres humanos siempre que nos han ofrecido explorar nuevos mundos: unos cuantos reservan su billete con antelación y se resignan a un viaje incómodo, pero todos queremos saber qué pasa ahí, por mucho que nos empeñemos en negarlo. Bastará con que las fronteras se difuminen un poco para que todos nos aficionemos a la XR.